En la oficina, llegamos el 9 con toda la alegría del feriado disfrutado a cuestas y como en una especie de acto de David Copperfield apareció en un abrir y cerrar de ojos nuestro entrañable arbolito navideño.
En menos de lo que le llevaría a una de las de Utilisima Satelital hacer una fuente con vitrofusión a 8 colores -que la hacen en un bloque de 4 minutos y les queda diviiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiina!- teníamos ya terminado el arbolito con moños dorados, regalitos y toda la producción que a tal efecto corresponde.
(Secreto obvio: se guarda todo armado en una caja y en un minuto y medio ya está todo el boom navideño invadiendo la oficina).
Y desde ese momento que solito y pelado el pobrecillo: muy producido y todo, pero con cero resultado a la vista. Nos miraba como cuestionándonos permanentemente su existencia.
Pasaron los días y como quien no quiere la cosa entre las facturas, resumenes bancarios, intimaciones que mandan los clientes y cúmulo de papeles varios que nutren diariamente la oficina, apareció UNA TARJETA DE SALUDOS DE FIN DE AÑO !!!!!!!.
Tremendamente emocionados, fuimos a depositarla a los pies del arbol, que estaba solo y esperando.
Como plus, la UNICA tarjeta recibida no tenía ninguno de esos paisajes bucólicos que invitan más al suicidio en masa que al festejo navideño. Es realmente lindísima, un diseño super delicado que nos desea felicidades, amor, paz, esperanza y prosperidad.
Asi que ahora ya el arbolito se yergue un poco más orgulloso porque alguien se acordó de desearnos todas esas cosas lindas en este momento tan especial del año.
Y por supuesto comenzaron a llegar los mails de salutación. y entre los recibidos hubo uno muy original, realmente raro, un deseo poéticamente kitsch que obviamente se comparte con mis seguidores fieles.
"QUE EN ESTAS FIESTAS LA LLUVIA DE LA FELICIDAD Y EL AMOR TE ENCUENTRE CON EL PARAGUA ROTO Y SALPIQUE A TODOS LOS TUYOS." (sic)
1 comentario:
jaaa! Buenísimo el mail del paraguas y la lluvia!Toda la navidad es kitsch: las tarjetas DE POR SI lo son, el árbol, las luces... algo que cada vez nos importa menos, porque con los años todos nos volvemos más kitsch también. Es la blandura del corazón, señores... (más kitsch que eso, ol-vi-da-te!)
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