Una cliente mía revolviendo su Gmail encontró un mail sobre las desventuras que habíamos pasado una tarde cuando fuimos juntos a firmar un acuerdo para cancelar en cuotas una deuda con el Sindicato y me dió ganas de compartirlo...
Todo comienza cuando un Agente Cobrador enviado por el mismísimo Sindicato se presentó en la empresa. Un señor de unos cincuenta y tantos, para nosotros el Sr. A., con un dominio de la ley de contrato de trabajo extremadamente similar a mis conocimientos de ingeniería genética. Llenando planillas llenas de intrincados casilleritos, revoleaba azarosamente diferentes artículos de la Ley mientras se entretenía completando celdas a mano. Cuando uno quería corregirle algo, apelaba a los ardides del Convenio Coletivo de Trabajo, un terreno en donde tenía apenas un poco más de solidez.
Con su estilo verbal tan precario como devastador y con ese halo de falta de adicción al trabajo que lo caracterizaba, el Sr. A. tuvo, sin embargo, la perseverancia suficiente para pasar tantas veces como fuera necesario para cerrar ese bendito acuerdo.
Inolvidable día el de la firma del acuerdo. Estuvimos de acá para allá, paseando con mi cliente como por tres o cuatro oficinas, a la búsqueda del Santo Grial, de firma en firma, con un tiempo de espera "prudencial" en cada tramo. Una vez completado el derrotero inicial nos ganamos la posibilidad de acceder al Gran Compañero, al Secretario General de Sindicato, un tal Sr. F. cuya última firma se hizo esperar. ¡Y cómo!
Pero la fauna, en la espera, fue variopinta. Llegamos post-almuerzo y con todo lo que hubo que esperar saltimbanqueando de escritorio en escritorio, se nos hizo la hora del "Sindiqueit tea" donde cada integrante sacó a relucir de sus cajones la más amplia variedad de galletitas y confituras para acompañar el generoso tazón de café con leche o mate cocido, infaltable en las tardes sindicateriles. Además de comerse todas esas delicias y todas las "s" que les fue posible, no nos ofrecieron -faltaba massss- ni un vasito de agua para matizar la espera.
Nosotros, en tanto, con el Expediente en mano, a la espera de la llegada del Mesías firmante.
Nos leimos toooooodos los cuadritos que adornaban la paquetísima sala de espera. Desde los lugares más recóditos del país, diversos compañeros agradecían, felicitaban, se enorgullecían y ensalsaban con sindicalista pasión las diversas generosidades de la Entidad. Y escoltados por el infaltable busto de Eva y del General fuimos capeando la espera con la lectura de las cartas y postales allí enmarcadas.
Ultima parada pre-firma: lejos de ser la empleada "Mc. Sindicato del mes" trató como pudo de tipear cinco datos en un formulario ya diseñado, que debe haber visto mil veces en su vida laboral, pero que ella descubría renglón a renglón, razonando con loca pasión, con qué habría que completar cada espacio en blanco.
A su lado, una émula de Thalia, la reina mexicana del pop latino, se meneaba sirviendo el mate a la amigas, todas ellas charlando del último capítulo de la novela, mientras la compañera tipeaba con dificultad letra a letra para el llenado del formulario.
La Thalia vernácula estaba toda vestida de celeste. Y cuando digo TODA, es TODA (bueno, no sé la ropa interior ya que no he tenido acceso): vestido, zapatos, aros y collares + pulseras todo engamado entre celeste y turquesa que la constituía en una verdadera vamp sindical. Una rara mixtura de Isabel Sarli a los 25 con Gladys la bomba tucumana y un dejo de Dolores Barreiro en su andar felino en busca de un café bien cal"i"entito.
Conseguida la firma, mucho más tarde mi cliente juró soberanamente, sobre los Santos Evangelios y a la memoria del General, nunca más pagar una boleta del sindicato fuera de término y menos aún dejar algún periodo impago. Tamaña sala de espera no era justo vivienciarla dos veces en la vida.
Le dejamos el legado y el inmenso placer, al resto de los contribuyentes.
6 comentarios:
Jaaa! Me encantó, Cafferata! Sabés a qué me hizo acordar mucho este post? A los monógos de Tato Bores. Me imaginé a Tato con su peluca y su traje pingüino yendo con vos codo a codo al Sindiqueit Tea... jaaa! Lássstima lo del mate cocido (no lo tolero), sinó te acompañaba, mirá... a vos y a Tato. Ay, no, cierto que no te tocó ni una galleta de arroz en la repartija sindical! Cariños.
Finalmente uno aprende!!!!! de algo tiene que servir...no será una treta del sindicato para que todos se acuerden de pagar en tiempo y forma????
Me imaginé la empleada turquesa y me mató!!!! ni que la estuviera viendo.
Reinvindicando a estos sitios, incluidos Apif y sucedaneos, tengo que decirlo, por es justo, varias veces en la Afip me trataron tan pero tan bien que me dieron ganas de llevarles alfajores. Capaz porque me la pasaba dentro, pobre de mi, y ya estábamos como chanchos, pero llegamos a tenernos cariño. Hasta me olvidé un papel, y me llamaron a mi casa para avisarme. Cosa vederes que no crederes.
a veces pasa,
un beso
Toda la razon del mundo! Como en todos lados, hay muchos empleados que son super diligentes y que llevan dignamente su laburo. Alfajores, bocaditos Cabsha o Marroc más que merecidos....!
A los otros habría que llevarles un cuarto kilo de masas...
de las preparadas por Yiya Murano!
Jajajaja ... la descripción es TAL CUAL!! Y lo viví en carne propia, tambien para firmar un plan de financiacion de dueda, en un sindicato ubicado sobre calle Sarmiento ...
Sarmiento, Sarmiento... me suenta a SUTERH... pero ahi si que está buenisimo eso de que lo derivan todo a un estudio juridico que cobra honorarios.
Aun cuando uno quiso voluntariamente pagar. Saltean un paso: van a abogado directo. Y el estudio juridico: clink caja! Contra todos los procedimientos juridicos. Cobran honorarios sin haber iniciado ni la minima accion legal ni extrajudicial!. Mi Dios!
Jejeje ... no, Sarmiento al 4400 ... Sindicatos de Pizeros, Pasteleros y Afines ... En un día, y aunque la travesía consume más de media mañana, recorrés todas las oficinas, de legales a cobranzas, de cobranzas a legales, suba al sexto piso, mejor baje al cuarto, que le dijeron en el sexto? Se equivocaron. Vaya informes, planta baja. Quinto piso ascensor ... y eso que fuimos a cancelar una deuda jajajajaja
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