Quedan todavia los resabios del post anterior del "Gerardismo" ilustrado, que ya apareció la motivación para escribir un nuevo post: es como una variación del no querer perder nunca.
Son tres llamados "al hilo" en la oficina. Los tres tienen un común denominador: la anécdota es lo de menos, la conclusión es que el cliente quiere que uno les diga que hagan lo que hagan no les va a pasar nada. Menudo tema.
Como una especie de Gauchito Gil, de amuleto de la suerte, de pata de conejo contable, de Sai Baba en túnica naranja de AFIP en AFIP, no solamente tengo que tener un buen criterio contable / impositivo al desarrollar mi trabajo y hacerlo en tiempo y forma sino que tengo que cursar diversos seminarios para poder cumplir con las expectativas clienteriles:
- Tarot contable: revolee el mazo y prediga con exactitud si la Inspectora que vino a relevar el personal le creyó o no a la empleada que era la prima del titular. Mmmmmmmmmmm!
El mazo predice también con exactitud el ajuste que le será determinado al contribuyente cuando la empleada "por error" dijo que habia entrado seis meses antes de su fecha de ingreso o que dijo que trabajaba los sábados todo el dia. "Pero cómo? Si el negocio lo cerramos al mediodia s-i-e-m-p-r-e, bah, algún que otro sábado abrimos...."
- La lechuza: arrojadas que fueron las cartas, si el cliente aún no tiene la certeza total apelamos a este segundo método. Una lechuza imbuida de la doctrina contable e impositiva que al igual que al Pulpo Paul, le ponemos dos carteles: "MULTA" o "SOBRESEIMIENTO" y la lechuza, luego de sobrevolar unos minutos la oficina y en el momento menos esperado, picotea mientras nos aturde con su ulular, una de las dos cartulinas.
Si vemos que a los diez minutos de rondar por los aires de la oficina, la lechuza no aterriza sobre las sagradas cartulinas, tendremos que fortificar las mismas con la foto digital que le sacó la AFIP al cliente o su constancia de inscripción bajada de internet (tiene que bajarse en el mismo momento para que tenga el efecto deseado, caso contrario, la lechuza sigue sobrevolando con destino incierto).
- Método III - las runas: pasadas las cartas y la lechuza, apelamos a un tercer metodo más sofisticado. Cuando el cliente pregunta "Pero puede que Rentas cierre el círculo?" no sabemos bien a que círculo se refiere, pero el tema de que se cierre o que no se cierre, le preocupa, y sistemáticamente...: ergo, dejamos todo en manos de la sabiduría milenaria que esconden las runas que tenemos en la oficina.
Distintos tamaños y colores, se funden sobre los papeles, libros de IVA Compras y Ventas y si las piedras se calientan: sonamos! mal augurio!. En cambio si las runas se quedan "panchas" a temperatura ambiente, un claro signo de que todo va a anda bien, el cliente respida hondo y sale feliz de la sesión contable: el círculo de ARBA no lo ca"c"turará por el momento.
- El péndulo: científicos del mundo entero saben de los poderes del péndulo y no podía faltar en nuestra oficina porque no solamente tenemos que tener el buen tino de liquidar impuestos y sueldos en tiempo y forma, sino que nos hace falta el poder, la energía pendular para que el péndulos nos marquen sobre las arenas del tiempo el discurrir de la suerte de nuestro feliz contribuyente.
Al péndulo se le pueden hacer preguntas del estilo: "Y si pierdo el talonario en un taxi?" "No me lo puede haber donado mi abuela?" "Es creible que gaste $ 5875.- con tarjeta de promedio mensual?" "Si la empleada viene una hora más por día durante dos semanas, queda compensado con el año no bisiesto donde trabaja un dia menos?" "Y si digo que lo pagué con yenes porque no tengo chequera, vale igual el pago de más de $ 1.000.-? porque transferencia en yenes el Banco no me quiere hacer.....".
Estas inquietudes y muchas más son arrojadas al péndulo que inequívocamente nos llevará a la sabiduría del Cosmos, mucho más allá de una Ley, de un Decreto Reglamentario, de una mera Resolución de AFIP. Para qué irnos a lo terrenal del rigor de la letra, si podemos apelas a las fuerzas cósmicas que nos avalan? Y dibujado en la arena quedará el designio pendular sobre el incierto destino del contribuyente.
Escondemos estampitas entre los papeles, algunos viernes encaramos el rezo de una novena poniendo el manos libres para que participen los clientes que tienen dudas varias, antes de la pregunta a veces tiramos el I-Ching, mandamos un mail a Horangel con copia a Aschira y a Ludovica Squirru, leemos mantras y meditamos en una colchoneta... todo para que el cliente SE QUEDE TRANQUILO, que haga lo que haga, NO LE VA A PASAR NADA MALO.
Ahora hablando en serio: hay alguien que realmente en su ingenuidad crea que por más que uno le diga algo, y a pele a todo el conocimiento, esto le puede dar la completa certeza que nada malo le va a pasar?
¿No será mucho pedir para un pobre profesional?
Y obvio que pasará en todas las areas: cuando el médico opera uno quiere que la operación sea un éxito, que el hueso que agregaron para el implante finalmente se a"c"sorba y pegue el diente nomás, que la silicona que se puso Luli no le explote, que cuando iniciamos un juicio ganemos, que si iniciamos la reforma del baño no aparezca nada raro cuando la troupe de Bob el Constructor levante el piso..... seguridad, seguridad, seguridades....
¿Hay alguna idea más seductora que la idea de seguridad?